En una nueva alternativa de inversión de largo plazo, con tasas de retorno superiores al 50%, se ha transformado el nuevo modelo de negocios de Lagunas de Acceso Público™, también conocidas como PAL™, de la multinacional de innovación Crystal Lagoons®.
Así lo han identificado inversionistas institucionales, fondos de inversión, family offices, compañías de seguros y grandes desarrolladores inmobiliarios que enfrentan el desafío complejo de encontrar alternativas de inversión de largo plazo con rentabilidades atractivas.
Por ello, grandes inversionistas de Estados Unidos, Asia, Medio Oriente, Oceanía y América Latina han tomado posiciones a través de este nuevo modelo de licenciamiento de Crystal Lagoons, que les otorga exclusividad para una zona geográfica específica, y un volumen de proyectos determinado. Estos contratos son operacionalmente replicables en cualquier parte del mundo, con el valor adicional de tener alto impacto social, ser polos reactivadores y de alta generación de empleo.
“El atractivo para los inversionistas radica en los retornos muy superiores, respecto de sus colocaciones frecuentes en sectores inmobiliarios o concesiones. Los PAL tienen baja inversión y riesgo, porque los proyectos a medida que se van construyendo generan rápidamente utilidades y se produce un financiamiento piramidal, que permite con baja inversión inicial crear una empresa con un valor presente altísimo”, explica Cristián Lehuedé, director ejecutivo de Crystal Lagoons.
De hecho, en tan sólo seis meses, Crystal Lagoons ha firmado cinco master license en Japón (30 lagunas), Corea (30 lagunas), Estados Unidos (16 lagunas), México (30 lagunas) y Centroamérica (18 lagunas), con un valor presente de US$ 3.800 millones y la proyección de la empresa para los próximos 30 años es licenciar 4.610 proyectos PAL en el mundo.
La multinacional también tiene avanzadas negociaciones en Sudáfrica, Australia, Medio Oriente (Bahréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos), Israel, Italia, España, Portugal, Nigeria, Kenia, Ghana, Camboya, Botsuana, Pakistán, Brasil, Colombia y Perú, entre otros países, proyectos que suman US$ 3.700 millones adicionales una vez operativas la totalidad de las PAL. Este nuevo modelo está generando un aumento exponencial de las ventas de Crystal Lagoons generando un cambio estructural significativo de la compañía.
La rentabilidad de este nuevo modelo se basa, por una parte, en el acceso masivo de público con tickets a la playa y, por otro lado, en la intensiva explotación comercial, naming rights y arriendo de espacios frente a la laguna, habilitados para eventos, ferias, conciertos, matrimonios, espectáculos, entre otros.
Por esta razón, los inversionistas han formado nuevas compañías para ejecutar, operar y comercializar los proyectos PAL en su región, cuyo potencial de negocios es inmenso, considerando que las ferias mueven a nivel mundial US$ 2,5 trillones anuales, los matrimonios cerca de US$ 300.000 millones y los conciertos, US$ 31.000 millones.
En las PAL la belleza escénica es la gran diferencia, respecto de los centros de eventos tradicionales cerrados y subterráneos. Se convierten en los lugares más hermosos de la ciudad, para realizar eventos, lanzamientos, ferias, food-halls, matrimonios, conciertos, dayclubs, etc. en un entorno paradisiaco. Las lagunas se iluminan de noche y ofrecen múltiples escenarios para los eventos, como playas, terrazas frente a la laguna iluminada, domos transparentes, penínsulas dentro de la laguna para matrimonios, contando además con vasta gastronomía, tiendas de retail, beach clubs y actividades culturales y recreativas.
“Las PAL cambian la vida urbana de millones de personas al llevar una fracción del océano a pasos de sus hogares. Similar a lo ocurrido hace 200 años, cuando se crearon en Inglaterra los primeros parques urbanos, que trajeron el bosque natural a las ciudades. Hoy, todas las urbes del mundo consideran parques. Igual fenómeno está ocurriendo con las Lagunas de Acceso Público, que incorporan la playa a la configuración de las ciudades, evitando que las personas deban tomar un avión o un auto para ir a la playa, con la consecuente baja en la huella de carbono y el menor impacto humano sobre la biodiversidad de los lugares naturales”, concluye Lehuedé.
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